miércoles, 15 de septiembre de 2010

Baal

Cuando el verano pálido y suave se aleja flotando y ellas están empapadas de amor como esponjas, se convierten de nuevo en animales, malvados y pueriles, deformes con sus vientres abultados y sus pechos colgantes y con brazos pegajosos como viscosos pólipos, y sus cuerpos se desintegran y debilitan hasta morir. Y paren con gritos monstruosos, como si se tratase de un nuevo universo, un pequeño fruto. Vomitarán entre sufrimientos lo que un día absorbieron con lujuria. Hay que tener dientes; entonces el amor es como cuando se muerde una naranja y el jugo nos chorrea entre los dientes. (...) Y el amor es como cuando se deja flotar el brazo desnudo en el agua de un estanque, con algas entre los dedos; como el tormento que empieza a cantar gimiendo ante el árbol borracho sobre el que cabalga el viento salvaje; como un ahogarse a sorbos de vino en un día caluroso, cuando el cuerpo de ella nos penetra como un vino muy fresco en todos los repliegues de la piel, las articulaciones son suaves como plantas al viento, y la violencia del choque, que cederá, es como volar contra la tempestad, y el cuerpo de ella rueda sobre ti como grava fría. Pero el amor es también como un coco, que es bueno mientras está fresco, y hay que escupir cuando el jugo ha sido exprimido y queda sólo la pulpa, que sabe amargo. Pero ya me he cansado de la canción. 

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